Hay ausencias que matan. Matan la alegría de vivir, la ilusión de llegar
al destino, las mariposas en el estómago, los suspiros, el sueño, la vida. La
razón de mi memoria es justamente eso: existir sin vos.
Nada de existir tendría sentido
si hoy decidieras por mí borrar mi memoria e irte. Respirar hondo y volver a
empezar. No, no se trata de eso, quiero ir más allá. Por más que duela, quiero
recordarte siempre. Cada huella que hay de ti en mi piel, cada lágrima que en
mi rostro brotó por tu ausencia. Cada suspiro que de mis pulmones nació en
busca de una respuesta. Cada palabra que en mi mente brotaba para por fin
lograr definirte.
Mi sentido se encuentra aquí,
donde puedo recordarte, en cada lugar que juntos recorrimos, cada página que juntos
escribimos, cada café que juntos compartimos y todos aquellos momentos que sin
lugar a duda fueron los mejores.
Porque aunque duela, es aquí
donde te encuentro: en cada latido de mi corazón, en cada abrir y cerrar de
ojos; en cada rayo de sol que entra por mi ventana en las mañanas al levantarme.
En cada gota de lluvia que cae durante el invierno, en los pétalos que de las
hojas se desprenden, en cada grito silencioso que elevo al cielo. Cada mañana
escucho tu voz decirme al oído “todo está bien, yo estoy con vos”. Se siente
bien escucharte dentro de mí, sentirte cerca, pero todo decae cuando en mi
realidad sé que no estás, cuando tu sofá está solo, el periódico ya nadie lo
lee, tus libros están intactos y llenos de polvo.
Sé que vas a regresar. Prometiste
regresar. Por favor, llévame con vos. Dondequiera que estés, todo será mejor si
estoy entre tus brazos, como solía estarlo mientras me decías cuanto me
querías.
Mientras encuentro mi propio
destino, vas a estar aquí, en mi corazón y en mi memoria, donde todo recobra el
sentido de mi existencia. Porque tu ausencia se siente, la siento y dondequiera
que estés, te extraño y sé que tu ausencia me llevará toda la vida al lugar de
tu recuerdo.
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