Entre las venas de tu piel y mi piel


Que la vida se nos va volando,

que el corazón se nos está secando,

que el corazón se va en un suspiro.

Que el corazón ya no late.


¿Dónde crees que vas,

con tu memoria de aquí a allá?

¿Dónde crees que vas,

cuando fingís que ya no existe nada?


Se nos va volando la vida,

pero ahora que llevás el alma

colgando de una mano,

vivila y corré el riesgo.


Haz que la vida cuente.

Y sumá latidos en tu corazón.

Y que la tensión aumente,

cuando hacés aquello,

que tanto querés.


¿A dónde vas, vida mía?

¿A dónde vas?

Con tu corazón tan frágil

y con el miedo a flor de piel.


Que entre tu piel y mi piel,

corre sangre de olvido:

sangre ardiente de los bellos mares,

olvido del insomnio de las noches largas.


¿A dónde vas, corazón?

¿A dónde vas?

Que donde el alma alumbra,

el corazón se queda.


Que vos naciste para seguir,

para dejar huella,

para seguir el rastro,

y dejar que en tu piel

corra sangre de olvido.


El olvido que se llevó almas,

almas que no eran ni tuyas ni mías,

almas de los que no quisieron

correr el riesgo.


¿A dónde vas, o en dónde estás?

Porque ahora vivo,

por todos los corazones que yacen

en aquella tumba olvidados.


Por las aves que olvidaron su canto

al alzar el vuelo.

Por lo corazones miedosos

que dejaron de latir.


Porque te juro, vida mía, 

que los muertos de miedo,

los olvidados y olvidadizos,

no merecen flores.


Y si mañana despertás,

en medio de la incertidumbre,

quiero que sepás que no solo sos vos.

Porque entre las venas de tu piel y mi piel,

corre sangre de olvido.

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